viernes, 2 de abril de 2010

PENSAMIENTO VS SENSACIÓN

"La sensación te llevará más cerca de la verdad sobre quién eres que el pensamiento" Echart Tolle.

El pensamiento es nuestro gran manipulador. Forma parte de nosotros, y por tanto, conoce bien el edificio donde se aloja. Nuestra misión no es correr detrás de él para cazarlo, más bien, quedarnos donde estamos y observarlo pasar en silencio. No hay que excluir al pensamiento, pero tampoco seguirle el juego. Porque nosotros, nuestra esencia, es mucho más que una mente parlanchina que quiere opinar sobre todo.
Los bastones del pensamiento son el ego y la memoria. El ego le es necesario para construirse una identidad, y la memoria la utiliza para alimentarla, apegándose a todo aquello que ocurrió y causó dolor (ya sean circunstancias, personas, hechos...) y no dejarlo ir, porque mientras siga el sufrimiento en nosotros, el pensamiento toma cuerpo en un ego que encuentra su identidad, se fortalece, se hace presente y dominador de nuestro Ser.
Además, el pensamiento tiene una asombrosa habilidad para ir en busca de viejas emociones, las evoca y las revive para dar mayor fuerza a su causa, de manera que nos vuelve a engañar y nos hace justificadores de su juego estratégico y faltará tiempo para oírnos decir a nosotros mismos aquello de: "Es que yo lo siento así y no lo puedo cambiar".

Todos aquellos sentimientos que evoca el pensamiento vienen de la memoria, y la memoria es pasado, por tanto, esos sentimientos no SON, FUERON, y sólo si nosotros queremos, les volvemos a dar vida trayéndolos de nuevo al presente.

Volviendo a la frase con la que comenzaba este escrito, me parece que la sensación primaria es más fiable que el pensamiento. Y aclaro. Cuando hablo de la sensación me refiero a aquello que sentimos y observamos sin juzgar (desde que se juzga, desde que se le pone una etiqueta, aquí interviene el pensamiento y a través de él nos dejamos enredar para acabar desempolvando viejos sentimientos que ya no SON). Centrarse pues en la sensación, tal y como es, y desde el momento en que se le deja la puerta abierta a la emoción, desde que se la deja SER, hay transformación. Sea la emoción que sea: culpa, miedo, ira, tristeza... Se la deja ser el tiempo que haga falta y se va, se transforma. Limpiamente. Sin trampas.

No olvidemos que cada crisis mata un viejo yo para dejar paso al nuevo, renovado y transformado en una más sabia presencia.

2 comentarios:

DEMOFILA dijo...

Hola, he vuelto para continuar con el interesante debate que se ha suscitado en la anterior entrada, y cual ha sido mi sorpresa que me encuentro con otra entrada.
No me he leído esta entrada, porque voy a salir en unos momentos, pero quiero aportar algo más a debate al que me he referido.
Contesto a Anónimo sobre la dignidad y el sentido de la justicia.
Yo creo que la dignidad y el setido de la justicia, está innnato en la persona, a veces esos sentimientos se aprenden desde pequeños, la persona que se tiene que defender a sí misma casi desde que nació, del sufrimiento del alma y del corazón, obtiene esos sentimientos, y la fuerza y el coraje para enfrentarse a todo lo que la vida le ponga por delante.
Esos sentimientos, si los padres saben educar a sus hijos correctamente, se los transmiten, no creyendo que son falsos, claro ejemplo el de mis hijos, que los tienen desde pequeñitos, y muy arraigados.
Espero que con esto quede clara mi postura al respecto.
Un fuerte beso para los dos, cuando pueda volveré para leer y comentar la nueva entrada.

DEMOFILA dijo...

Hola, preciosa, como te prometí he vuelto para leer tu entrada, ya veas que cumplo mi palabra.
No puedo compartir tu opinión, y no lo siento, nuestra mente es el embase del pensamiento, como creo que dices; dices que debemos controlarlo, eso ya lo he leído muchas veces, y siempre contesto lo mismo, tú lo sabes muy bien.
El pasado está en nostros y con nosotros, no podemos renunciar a nuestro pasado, nos duela o no es nuestro pasado.
El pensar en él, no quiere decir que te recrees en lo que has sufrido anteriormente, solo es recordar una fase de tu vida, que está contigo, y a la que no se puede renunciar, porque así renunciaríamos a nuestros origenes.
La emoción forma parte de nuestro ser, el que no tiene emoción, no tiene nada, la persona que no se emociona és la que no tiene sentimientos, porque nunca podrá experimentar esa sensación de amor y de vida que da.
Solo he dado mi opinión, tu entrada me ha encantado porque tocas un tema muy interesante, y que abre la mente para pensar en todo lo que expones en ella.
Un beso, preciosa, hasta pronto, dale recuerdos a Neo, por si no se pasa por tu blog.