martes, 29 de diciembre de 2009

ESTOY CONTIGO PORQUE ELEGÍ ESTAR CONTIGO




Eterno debate entre aquellas almas que anteponen la libertad al amor y las que relacionan amor con posesión.
Escena mítica de "Memorias de África" (aunque hay otra escena que representa mejor el tema que quería tratar pero no la encontré en español en you tube). No sólo es su banda sonora, su fotografía y la magnífica interpretación de estos dos grandes de la pantalla, sino la calidad de sus diálogos y la complejidad de dos personajes que, por otra parte, vienen a representarnos un poco a nosotros mismos y según qué postura frente al amor.
Ella, deseosa de dejar una huella en alguien, de "asegurarse" ese amor y esa pasión a través de un compromiso, de una compañía estable que permanezca a su lado. Saber que es exclusivamente ella la "dueña" de los sentimientos de él, del tiempo de él, hasta de su pensamiento... ¿demasiado pretender, no?
El personaje de Karen está ciego. Tiene frente a ella misma la mejor historia de su vida, la más especial, y, sin embargo, pretende convertirla en algo común, cotidiano, en vez de aceptarlo y vivirlo tal cual se presenta.
El personaje de Denis, de alma aventurera, no por ello se entrega menos a dicho amor, pero lo hace desde la elección personal de no tener que renunciar a sí mismo, a su libertad. ¿Por qué convertir el amor en esclavitud, en el siervo del capricho del ego? El ser humano sólo se pertenece a sí mismo, entonces, ¿por qué transformar la verdadera entrega que alguien nos hace cuando nos dedica una parte de su tiempo en una rutina sistemática como signo de verdadero amor?
Se dice por ahí que cuando se ama de verdad hay que ceder. Si cedemos, nos negamos a nosotros mismos, a nuestra verdadera esencia, y si eso ocurre, ya no seremos auténticos ni con nuestra propia persona ni con los demás y por tanto, cualquier relación que mantengamos desde esa posición no será genuina. Será tan falsa como el hecho de intentar encadenar un sentimiento.
Me identifico con el personje de él porque entiendo que un alma libre puede volver cuando quiera y cuando lo hace, la entrega es total, libre de apegos, libre de "porque las cosas deben ser así". Amor no es necesidad. Amor no es satisfacción del otro. Amor no es ni más ni menos que sentir al otro junto a mí, no dentro de mí. Amor no es un sustituto de la soledad, es una emoción que puedo sentir estando solo.
Amor es sólo algo más de todo lo que hay y por eso es tan único y tan auténtico que cuando se vive, se reconoce, pero no se retiene.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

CRISIS, GRATITUD Y TAMBIÉN...¡FELIZ NAVIDAD!

Se acaba el año. Pero especialmente, no sólo siento que se va el 2009 sino también se cierra un capítulo de mi vida. Un capítulo que abarca, más o menos los últimos tres años. AHORA SÍ. Ahora puedo decirlo y me parece hasta mentira, pues muchas veces pensé con escepticismo si de verdad llegaría el día en que todo volviera a tener sentido, en que sintiera que mi alma pudiera recuperar totalmente su luz.

En mitad de felicitaciones de Navidad y año nuevo me detengo en este momento, para dar las gracias a todos aquellos que han aguantado el "chaparrón" conmigo. Muchas de esas personas ahora salen "parcialmente" de mi camino y en algún momento me he sentido mal porque parece que ahora que me he recuperado me voy de una forma desagradecida. Pero nada más lejos de la realidad. Simplemente me he dado cuenta de que debo seguir mi camino porque me lo debo a mí misma después de tanto tiempo de hibernación y siempre llevaré conmigo a todo aquel que me tendió una mano en mitad de la oscuridad. Mi agradecimiento no tiene límites.

Estos últimos tres años (aunque no sé exactamente cuándo comenzó todo) han sido una auténtica cuesta arriba, un proceso de transformación, lo mejor de lo peor que he vivido hasta ahora. Sólo el que ha vivido una depresión puede entender de lo que estoy hablando. Yo creí que esa palabra: depresión, sólo existía en mis libros de medicina, hasta que enfermé. Aunque salí más o menos rápido del hoyo profundo, es sólo ahora, cuando me siento fuerte de verdad y me reconozco totalmente frente al espejo. ¡Y es que no me lo creo! Me digo: ¡Natalia, joder, las tormentas pasan y has sobrevivido! Y aunque hace tiempo que mi ánimo se había recuperado es ahora cuando precisamente me atrevo a decir que cierro el capítulo definitivamente porque ahora lo entiendo todo. Descubro el significado de tanto infierno y de por qué me pasó a mí, cuando yo siempre había sido el optimismo andante a pesar de las dificultades que ha pasado mi familia.

Durante meses me pregunté qué se podía sacar en claro de tanto sin sentido, de tanta apatía, de tantos días perdidos en la nada, de una vacía existencia que me iba consumiendo la alegría, la fuerza, mi ser. Y la eterna pregunta. ¿Por qué? Pues porque es la oscuridad la que nos empuja a buscar la luz donde sólo puede hallarse: dentro de uno mismo. Pues porque es necesario caer para saber que ya sólo queda una dirección: las que nos conduce hacia la superficie. Pues porque esta depresión es lo mejor que me ha pasado y me siento profundamente agradecida con esa fuerza que pudo más que yo y me empujó al abismo, porque ahora sé que uno es capaz de destruirse a sí mismo, pero también es capaz de devolverse la vida.

Fueron muchas las personas que estuvieron ahí, muchas las manos que se tendieron. Descubrí el significado de la palabra AMISTAD, AMOR Y PROFESIONALIDAD de todos los que a su manera, y desde su posición se pelearon conmigo para que reaccionara. Y también me siento agradecida a mi persona, porque a mi lado estuvo gente, pero también hubo muchas noches enteras sin dormir, horas en las que no tenía nada a qué agarrarme (bueno sí, a la teletienda, jaja, también le doy las gracias al  anuncio del colchón "restform", que llegué a aprenderme de memoria, jajaja). Me doy las gracias porque en algún instante quise terminar de tirar la toalla, pero aguanté. Desde entonces, de ser mi peor enemiga pasé a ser mi mejor aliada. Y si yo pude, los demás también. Hay sentimientos y pensamientos que nunca llegué a confesar por no herir y no querer arrastrar a nadie a aquel pozo. Cualquier duda que surja de tu alma puede responderse, con valor, con paciencia, con un poquito de fe, aunque uno crea que ya nada de eso queda, de repente un día te descubres dándote una respuesta y a partir de ahí, el camino empieza a ser más fácil, aunque sea lento, aburrido a veces, aunque parezca no terminar, como un viaje en el tranvía Santa Cruz- Laguna.
Todo tiene sentido, TODO. Incluso pintar el marco de una puerta cuando sientes que nada te importa.

Miro atrás y ufff!!! Que suerte que ya estoy aquí, jajaja, como cuando llegas a casa después de un largo viaje. Mentiría si dijera que quizás mi mayor miedo sea que algún día pueda volver a caer, pero también mentiría si dijera que no he aprendido de todo esto y que sé, que de volver a darme algún día la espalda, sólo tengo que esperar un poquito a girarme y darme la mano.

AGRADECIMIENTOS:
A esos profesionales, empezando por Rosi, la primera en mis horas más confusas y oscuras: profesora, maestra, compañera, siempre me trastaste como a un igual más que a una paciente (dios que se me nublan los ojos), gracias a la doctora Mónica por no dudar de mi propio diagnóstico, jajaja, gracias a las psicólogas Laura y Blanca (que sí, que sí, que acabo este año y que me quiero dedicar a escuchar los problemas de los demás, sino ¿qué sentido tiene haber pasado por tu consulta?, gracias por reír conmigo entre lágrimas). Ahora me viene a la mente, aquella psicóloga con la que estuve seis meses hasta que me marché de su consulta diciéndole poco menos que ella tenía de psicóloga lo que yo de alpinista, jajajajajajajaja. ¡Vaya soberbia la mía! (Desde aquí, mucho cuidado con saber distinguir a un buen profesional de quien no lo es, que uno esté mal no quiere decir que no tengamos criterio) Pero hasta eso me ayudó.
A Jaime, por haber permanecido a mi lado y es que...espera, a ver si me sale... Me enamoré de tu sabiduría, has sido y serás siempre mi mejor maestro y la persona que más me ha enseñado a VIVIR. Nunca lo olvidaré. No dejes de contar conmigo para lo que yo te pueda ayudar, sé que ahora es casi imposible, pero TODO tiene un sentido.
A mis amigos (no os nombro a todos porque si en algo soy rica es en verdaderos AMIGOS). Sois mis hermanos.
A todos, absolutamente a todos: los autores de los libros que leo, mis profesores, compañeros de la facultad (especialmente aquellas que comparten sus horas de estudio conmigo bebiendo sidra en los pasillos, jaja), pacientes que han compartido su sufrimiento conmigo en las horas de prácticas, el teatro que tanto me enseña de mí misma, los blogueros a los que leo (Demófila, no me olvido de ti), a Cruz Roja y las oportunidades que me está dando de crecer junto a otros, a los que les guste el helado de nueces de macadamia del Mercadona, a mis "camareros" del Pianeta que siempre tienen una sonrisa para mí en mitad del trabajo, a los clientes comprensivos de la cafetería (y también, ¿por qué no? a los que no los son y descargan su malhumor conmigo, jajaja), a mi jefe, que escucha mis historias y me paga siempre a tiempo,a los desconocidos que me han regalado algo de su sabiduría en la calle, en el tranvía, en los sitios más insospechados... A mi familia,que es lo que más quiero. A todos (y sin ánimo de parecer ya el anuncio de Coca-Cola):

¡FELIZ NAVIDAD, FELIZ 2010 Y FELIZ VIDA!

martes, 22 de diciembre de 2009

LA MUJER QUE NO SE PODÍA ENAMORAR.

 Dicen que uno escribe sobre lo que necesita aprender. En ese caso, a ver si logro algún día "aplicarme el cuento."

"Ella creía que ya lo había intentado todo. Que conocía todos los entrecijos del amor. Se había dicho a sí misma que todas las historias, por muy mágicas y novedosas que fueran al principio, todas, absolutamente todas, tenían el mismo final. Siempre acababa marchándose con la misma sensación de vacío, de incapacidad para mantener vivo aquel amor que la había arrebatado en los primeros momentos. Quizá no estaba hecha para compartir el camino por mucho tiempo. Sabía que el amor no era sólo pasión y que no se podía pretender vivir siempre en un cuento de hadas. Pero su problema no era ese. Simplemente su ser se iba apagando poco a poco. El amor como tal acababa convirtiéndose en una necesidad de escapar, en una incredulidad continua, sistemática, en un eco repetitivo que se instalaba en su mente para recordarle una y otra vez que aquello que estaba viviendo, en realidad, ya no tenía que ver con ella... Siempre acababa con una sensación de ahogo en tibios sentimientos y llegado a ese punto era inevitable la previsible despedida.


Pensando en todo esto mientras paseaba por las calles de su  ciudad, de pronto, vio algo reluciente al pie de un árbol. Parecía una lámpara preciosa, de las que frotas y sale un genio. La frotó pero evidentemente no ocurrió nada, y sonrió para sí misma sintiéndose un poco ridícula.

      -Disculpe, pero esa lámpara es mía - Se giró un poco sobresaltada y vio tras de sí a un hombre que la miraba con gesto grave. Como le resultó un poco antipático decidió no ceder tan fácilmente, así que le respondió con un tono algo insolente:
    
-¿A sí? ¿Es usted el genio que la habita?
  
- No. Sólo soy un vagabundo. Pero la lámpara es mía, yo la había visto primero. De todas formas, si le gusta tanto puede quedársela, o tal vez prefiera cambiármela por cualquier otra cosa.- Hizo un ademán hacia un carrito de supermercado que tenía a su lado abarrotado de trastos viejos.
  
- Da lo mismo. Lo que yo quisiera no lo tiene usted en su carrito- La mujer depositó la lámpara sobre la montaña de objetos y dio media vuelta dispuesta a seguir su camino.

 - Espere, tengo algo para el escepticismo.
  
 - Lo que yo necesito es algo que me asegure que algún día me voy a enamorar de verdad, ¿qué me dice a eso? ¿Tiene acaso una fórmula mágica?

El vagabundo quedó pensativo por unos momentos y luego comenzó a rebuscar entre cajitas de música, viejas revistas, paraguas destartalados y un sin fin de cosas a cual de ellas, aparentemente, más inservible, hasta que dio con un pequeño espejo de mano y se lo tendió a la mujer.
 
- Aquí lo tiene, para que un día se pueda enamorar, primero, mírese bien.
 
- Sí, ya sé lo que me va a decir, que para amar a los demás, primero hay que conocerse y amarse a uno mismo. Ya he leído eso en muchos libros de autoayuda, no es nuevo para mí.

 - Sí, claro, yo también lo he leído. Pero no le doy el espejo porque crea que usted no se conoce, es más, yo me atrevería a decir que usted se intuye muy bien, por eso insisto en que se siga observando, hasta el punto en que llegue a "familiarizarse" del todo consigo misma.

- ¿Y que tiene que ver eso de"familiarizarse con uno mismo" con enamorarse?

- Pues para la gente como usted, le puede servir de mucho, así, cuando llegue el día en que otro por fin le refleje, no le entrarán ganas de salir corriendo."

domingo, 20 de diciembre de 2009

HABLEMOS DE SEXO.

Hablemos de sexo.Hablemos del sexo que traspasa los cuerpos y llega a las almas. Del lenguaje de las manos y las yemas de los dedos que a veces corren traviesas, y otras, se detienen despacio en la comisura de unos labios ardiendo. El sexo como lenguaje de signos de los latidos frenéticos, desbocados, que nos delatan si otro cuerpo está lo suficientemente cerca como para leernos en braile. Hablemos del sexo de los silencios, del que hay en las pupilas del alma que siente, del sexo que hay en el humo de un cigarro que dibuja un recuerdo en el cielo, una voz que despierta sin querer los fluidos de nuestro cuerpo, una imaginación despierta que entrelaza el sudor de los poros de dos pieles que se erizan sólo a través del tacto, el más fiel de los sentidos, el que nunca se pierde a pesar del pasar de los años. La sed del saber es la definición de sexo, la curiosidad de los impulsos que nos recuerdan que alguna vez sólo fuimos instinto.


¿Tiene forma un sentimiento? ¿Tiene sexualidad la pasión? La pasión sólo es eso, es fuego que quema y alivia, es la fogata que da calor en las horas oscuras y es la hoguera que celebra el desenfreno y la diversión que entraña descubrir otro cuerpo que se estremece de gozo frente a nuestros ojos, bajo nuestra piel, sobre nuestra alma, dentro de la boca.


Hablemos del sexo sublime, de una sonrisa cómplice, de una respiración entrecortada que enciende nuestras ganas de devorar la vida, hablemos del acto más puro que limpia nuestro espíritu y el más sucio, el que nos ruboriza y nos sonroja. El sexo que transforma la mirada en felina y nuestros dedos en garras que arañan una espalda denuda y marcan un corazón indefenso. Simplemente, hablemos de sexo, hablemos de nosotros mismos.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿QUE SIGA OTRO?


¿Que siga otro?… No. No quiero un relevo. Ahora sigo yo. Aunque suene egocéntrico, pedante, abusador. Mi alma sabe el matiz que alcanza mi pretensión. Me digo, me grito: ¡despierta, despierta! ¡el tiempo corre, un fogonazo a la velocidad de la luz y mañana no existiré! Rápido, ¿cómo se deja una huella? ¿o ya la estoy dejando?
Sí, me dejo una huella para no perderme, me dejo una letras para no dejarme. Tiro del hilo y la madeja se enreda por un lado, y por otro se despereza.
Aún queda un lúcido amanecer. Quizás las ideas vuelvan. Cada latido me lo avisa. Lo intuyo como una ola en el horizonte, como la arcada antes de la ebria lógica.
Ahora sigo yo. Cojo el timón y arrojo la brújula por la borda. El sinsentido es mi camino y como bandera un espíritu inquieto en busca de oceános, porque los que hay, no son suficientes. Igual que la vida. Una sola, no es suficiente. Un sólo amor no es suficiente. Un sólo latido pierde sentido si no le sigue otro más fuerte. ¿Que siga otro? Sí, por supuesto, pero humildemente, pero a gritos, pido mi turno, porque es importante para mí, si no ¿para quién lo sería? Necesito repetirme que estoy aquí, en algún lugar entre mis neuronas y mis venas, entre mis pensamientos y mi voz, entre las luces y sombras que nos envuelven a todos. Necesito coger aire, llevarlo a las entrañas, repartirlo a mis células para decirles que están vivas, que será poco tiempo el aprovechable, que como acabo de volver a entender un día más, “hay que hacer algo, aunque sea poco”. Gracias. Y ahora sí, que siga otro…

jueves, 10 de diciembre de 2009

SAY HELLO

Estos marcianitos me han cautivado...

viernes, 4 de diciembre de 2009

APRENDER A SOLTAR.



Aprender a soltar es sin duda una de las tareas más difíciles de llevar a cabo, pero como todo lo que cuesta aprender, una vez hecho, merece la pena y se gana a cambio uno de los tesoros más preciados para el ser humano: la libertad.
La sociedad de hoy en día no nos enseña precisamente "a soltar", sino más bien todo lo contrario. Bien es sabido que a los que están en el poder (ya no sólo político, también hablo de las grandes empresas que controlan el mundo capitalista, metiéndonos por los ojos el afán consumista y tratando de convencernos a cada momento de que necesitamos algo para ser mejor), no les interesa que la gente sea "demasiado libre" o que "piense demasiado".
Aprender a soltarnos de esas ideas con las que nos bombardean quizás sea uno de los primeros pasos. Pero no sólo hay que buscar deshacerse del embrujo de apegarse a consumir cosas, pues no sólo nos "sugieren" aferrarnos a lo material, también desde el cine o la publicidad e incluso personas a nuestro alrededor, personas cercanas y queridas, y muchas veces desde la más ingenua de las intenciones, tratan de convencernos de las llamadas "renuncias por amor", de que las relaciones tienen que ser de una determinada manera porque sino no son verdadero amor, etc, etc,... En ocasiones, hasta alaban aquellas relaciones basadas en auténtica dependencia como relaciones auténticas y sanas, o porque simplemente han perdurado en el tiempo. Vuelvo a repetir: "aprender a soltar".

Para mí, no puede ser sano aquello que nos retiene. No puede ayudarnos a crecer aquello que pretende atarnos, condicionarnos o imponernos las reglas del juego de la vida. Todo aquello que busca someternos, que teme perdernos, que quiere conservarnos a toda costa, sólo consigue restarnos libertad. Y es muy difícil "no pasar por el aro". Cuando esos argumentos vienen de alguien a quien apreciamos podemos intentar justificar todo esto por una simple razón: no tener que hacer el incómodo esfuerzo de ver la decepción en los ojos de quien estimamos al responder con un rotundo "NO". Porque la libertad también hay que defenderla, no sólo de los enemigos, muchas veces también de nuestro círculo más cercano que aún no ha aprendido a "amar soltando".

Por descontado que aprender a ser libre también empieza por respetar la libertad de los otros, EQUITATIVAMENTE. De ahí lo de "aprender a soltar". Y curiosamente, quien más gana al hacer este trabajo, siempre es uno mismo. Porque ¿para qué aferrarnos a las cosas, circunstancias o personas? Eso sólo nos conduciría a sufrir inúltimente. Encuentro más estimulante confiar en nuestras posibilidades y saber que acabaremos por atraer lo mejor para nosotros mismos sin necesidad de asegurarnos nada. Es más gratificante ver que aquello o aquellos que nos acompañan en el camino lo hacen desde el placer y no desde la obligación, la dependencia o peor aún, desde la compasión.
Ser libres también nos hace fuertes y tremendamente humildes con la vida, pues nos ayuda a dejar de pretender para en su lugar, simplemente disfrutar. Aprender a soltar es aprender a fluir en la incertidumbre, y creo que no hay nada que dé mayor seguridad que esto.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

UNA REFLEXIÓN.

Me han regalado un libro de Eduardo Punset: "El alma está en el cerebro". Perdida y absorta entre sus páginas, me encuentro con el siguiente párrafo que ha despertado en mí una serie de reflexiones.

"...podemos comprender las emociones de los demás: si una persona cercana está triste, usted también sentirá tristeza. Es lo que modernamente se ha llamado empatía; esto es, asunción de las emociones de otro: compasión, conmiseración, congratulación, etc. Ahora bien, estas emociones hacia los demás, o este reflejo respecto de las emociones de los demás, se producen siempre que no afecten en exceso al sujeto...... Esto es lo que ocurre: incluso aunque comprendamos lo que los demás sienten y piensan, y aunque estamos codificados para actuar bien, si esa sensación es demasiado fuerte, intentaremos evitarla"

O sea, que ¿podemos ponernos en el lugar del otro y ser comprensivos con sus sentimientos, siempre y cuando no nos afecte mucho, porque si no, salimos corriendo? ¿Es el ser humano "cobarde" por naturaleza? ¿Es, al menos su primera intención, dar la espalda a aquellos que le recuerdan sus propios sentimientos, especialmente aquellos que trata de evitar por afectarle demasiado?

Es por eso que los médicos pueden atender muchos pacientes casi de forma automática sin vacilar, pero cuando están ante un ser querido es mejor que releguen en otro, porque las emociones, al sentir que te juegas mucho, te afectan demasiado como para actuar objetiva y eficazmente.

Pero ¿es esto así siempre? Si evito lo que me afecta demasiado, entonces, ¿cuándo lo resuelvo? ¿Es esto un fenómeno inconsciente que afecta por igual a todas las personas? ¡Puf! ¡Me salen un montón de interrogantes después de leer esto...
Desde aquí invito al que lo lea que deje su opinión al respecto y cómo interpreta dicho párrafo, igual me aclaro un poco...

domingo, 29 de noviembre de 2009

ENAMORARSE DE LA VIDA



Enamorarse de la vida en cada momento. Hacer del "carpe diem" una norma no escrita. Si fuéramos conscientes, al menos durante 24 horas, de todos aquellos instantes a los que podemos sacar máximo partido, no nos haría falta "buscar la felicidad", simplemente viviríamos cada experiencia en su máxima plenitud y nos daríamos cuenta de que este hecho es quizás más importante que la propia felicidad, pues no hay mayor gratificación que la de pasar por la vida siendo consciente de ella.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

UNA INESPERADA VISITA...

Me atreví con los posts, hasta con el verso (por culpa de Demófila, jeje), los viernes me sumerjo en el teatro y ahora...toca un cuento. A ver qué tal me sale...

Estaba sentado al borde de la cama. Le temblaban las manos y una gota de sudor, que se había deslizado a través de las arrugas de su frente, había caído ahora sobre su pijama. Le había asaltado aquella tormenta en su pecho, un corazón al galope y enfurecido que protestaba cada vez más frecuentemente, noche sí y noche también. Sabía que la sensación de ahogo desaparecería en cuestión de minutos. Sabía que sólo tenía que tratar de respirar más lento, y si era necesario, dentro de una bolsa, como le habían explicado que tenía que hacer cuando aquellas crisis hacían acto de presencia. Pensar en esto le ayudaba a espantar aquel miedo a morir de un ataque al corazón, pues la sensación era esa, la de una muerte inminente que no perdona ni siquiera tus últimos deseos.

De pronto, vio que algo se movía entre las sombras de la habitación. Lentamente, ante sus ojos, vio aparecer una figura esbelta, soberbia, de andar elegante, con paso firme fue acercándose a él hasta que sus ojos se encontraron en un baile de escrutinio mutuo.

-¿Quién eres?-conseguió decir entre balbuceos- ¿Qué estás haciendo aquí?
- Ya sabes quien soy, y también sabes que he venido a buscarte, pues ya ha llegado tu hora.
- No puede ser. Aún no estoy preparado y me quedan muchas cosas por hacer.
-Eso es cierto- dijo con tono reflexivo la extraña figura que ahora se paseaba frente a él con cierta parsimonia, como si no tuviera prisa alguna, con la seguridad que sólo la muerte puede tener, pues ella sabe que al final del camino de todo hombre siempre es ella quien va al encuentro- sería una pena que te marcharas de este mundo sin aprender algo que considero importante...
-¿Eso quiere decir que esta noche no voy a morir?¿Me darás otra oportunidad?-preguntó el hombre asustado.
-Eso depende de ti. Eres un hombre poderoso. Digamos que has conseguido todo lo que se puede desear en esta vida: un trabajo digno, muy bien remunerado y reconocido, tienes una gran casa llena de las más modernas comodidades, te has casado con una mujer hermosa y comprensiva, tus hijos son unos chicos ejemplares y encima...¡pagas tus impuestos! ¡Ja, ja, ja! Ya sólo por eso mereces el beneficio de mi duda...
-Entonces, ¿qué debo hacer para ganar más tiempo de vida? Dímelo y lo haré.
-Bien, estoy dispuesta a venir por ti más adelante, te dejaré unos cuantos años de margen...Pero a cambio, no puedes seguir con la misma vida que llevas. Tendrás que renunciar a todo lo que has conseguido y empezar de cero.
El hombre intentó comprender lo que la Muerte le proponía, pero no alcanzaba a desentrañar aquel misterio- Pero... ¿cómo empezar de cero? No lo entiendo. ¿Tendré que renunciar a mi familia, a mi trabajo, a todo lo que tanto me ha costado conseguir con el paso de los años? ¿Entonces qué sentido tiene haber vivido, haber luchado tanto?¡Esto no es una oportunidad de verdad! ¡Es una estafa! ¡No soy capaz de imaginar una vida distinta de la que tengo!¡Por supuesto que no hay trato! ¡Si no puedo vivir con lo que tengo ahora prefiero morir!
La Muerte se quedó algo sorprendida ante las palabras del hombre. La verdad es que ella no estaba acostumbrada a negociar, pero por otra parte, ya se espera en modo alguno dicha respuesta, pues como bien le había dicho al hombre hacía unos minutos, aún le quedaba algo importante que aprender.
-Bien- dijo la muerte- En ese caso, si no estás dispuesto a aceptar mi oferta, no me queda más remedio que dejarte sin vida.
-Está bien, llévame pues contigo.
El hombre cerró los ojos y esperó resignado su final. Creyó que caería fulminado por un ataque al corazón y allí terminaría todo. Destinó sus últimos pensamientos a toda esa vida a la que no estaba  dispuesto a renunciar de haber elegido la alternativa que le había ofrecido aquella impostora Muerte. Esperó y esperó, pero no sucedía nada... De repente, se dio cuenta de que había alguien más en la habitación, se giró endirección a la puerta y vio a su esposa apoyada en el marco.Le miraba con una sonrisa mitad divertida, mitad incrédula mientras le decía:
-Cariño, ¿qué haces hablando solo frente al espejo?

Quizás, al igual que el protagonista de este cuento, un día nos sorprenda la Muerte frente al espejo, la Muerte de tener apego a la vida conocida y no tener valor de afrontar los cambios. Este hombre no creía en sí mismo, en la capacidad de renacer y salir adelante construyendo un nuevo futuro, por eso se quedó muerto en vida.

lunes, 23 de noviembre de 2009

SENSIBLE Y SEGUR@

SENSIBLE1. Que siente, física y moralmente. 2. Perceptible, manifiesto, patente al entendimiento.3. Que se deja llevar fácilmente del sentimiento.

Muchas personas, en algún momento de sus vidas (especialmente esos momentos delicados en los que mente y corazón sufren) pueden llegar a una conclusión que seguramente a todos nos resulta familiar : "me gustaría ser menos sensible". Asociamos ser sensibles a ser débiles. Si nos ceñimos a las definiciones: sensible  como "aquel que siente" o como "que se deja llevar fácilmente del sentimiento" no implica ser un "blandengue", sólo se trata de aquel que tiene una cierta facilidad de acceder a los sentimientos, sean cuales sean, a veces tocan los "inofensivos", aquellos a los que no ponemos barreras a la hora de experimentar en toda su intensidad, y otras veces, tocan aquellos que parecen que nos parten en dos, pues si eres "sensible" a una cara de la moneda también lo serás para la otra.
 
Como tenemos el empeño de sacudirnos lo malo, ocultarlo, negarlo, taparlo, esconderlo porque el sufrimiento no gusta a nadie, ni a quien lo siente ni a quien lo ve, y parece que lo más rápido, lo más lógico es simplemente adoptar la actitud de dar la espalda a lo que se siente. Hacer como que ese peso en el alma, esa pena que por instantes lo llena todo sin apenas dejarnos un respiro, parece que nos ayuda a conseguir comerle terreno al dolor, limitarlo a un pequeño espacio donde nos afecte lo menos posible.Esta creencia tan arraigada nos mete de lleno en un profundo error: creer que actuando así, con nosotros mismos y con los demás, nos va a librar antes del malestar, y que cuanto antes aprendamos esa lección mejor estaremos preparados para los contratiempos en un futuro, simplemente es una falsa ilusión. Y de aquí surge ese deseo de no sentir, de no ser "sensible" porque si no, me expongo a tener la guardia baja, puesto que ya llegamos a la conclusión de que para no sufrir es mejor no sentir.
 
Desmitifiquemos a los héroes. Sólo los psicópatas ni sienten ni padecen. Ser fuerte no se trata de ser el mejor actor. No es fuerte quien niega lo evidente, sino quien lo trasciende, quien habiéndose caído de tanto "sentir" se levanta para seguir sintiendo, porque sabe que no se puede escapar de lo que nace en nuestro interior pero sí se puede aprender a llevar una carga con nosotros para luego liberarla con el tiempo, pues el que no tiene prisa para saber lo que siente, experimentarlo, reconocerlo, comprenderlo, sí que está invirtiendo en su propia fortaleza, observándose y dándose cuenta de todo aquello, que aún sintiendo mucho, puede soportar y traspasar. Hasta aquí parece evidente que es precisamente ser "sensibles" lo que nos hace verdaderamente fuertes. Ya que si somos sensibles a nosotros mismos primero, y luego a los demás, estaremos adquiriendo un conocimiento honesto que no se basa ni en la huida del dolor ni en el autoengaño, sino en descubrir cómo afrontar lo que nos afecta desde una perspectiva más realista, quizá más costosa, porque lleva su tiempo, pero a la larga, la única efectiva.


Lo que vale, cuesta. En este aprendizaje se puede estar la vida entera. Pero merece la pena perseverar en cambiar el mito de "ser menos sensibles" y sustituirlo por "ser más seguros". Hay seguridad en lo que se conoce, así que ¿por qué no emplear tiempo en conocernos nosotros mismos? pues tener la certeza de conocer lo que siento y no negarlo, me da seguridad. La seguridad de quien se permite ver lo que pasa para decidir qué va a hacer y cuáles son las mejores opciones. Es la seguridad de quien se conoce a sí mismo la que te permite ser menos vulnerable, sin dejar de ser sensible, la que te permite alejarte de sufrimientos inútiles, sin tener que engañarte cuando te toca la pena, la que te ayuda a distinguir los caminos más convenientes a transitar.
Y así, poco a poco, del conocimiento de uno mismo gracias a esa sensibilidad que nos presenta a nuestro verdadero ser y nuestro verdadero sentir, surge la seguridad que nos lleva ser valientes y cada vez más asertivos.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

EL MUNDO DE LA CAFETERÍA.

Hace tiempo hice este escrito, al poco de comenzar a trabajar en una cafetería. Hoy recuerdo sólo buenos momentos vividos, pero este que narro aquí fue de los primeros días de trabajo, cuando aún no estaba acostumbrada al ritmo frenétic de un bar. Ahora lo leo y me provoca una sonrisa. ¡Bienvenidos al mundo de la cafetería!


Son las cuatro y media de la tarde, pero no del cualquier día, hoy es domingo, hoy trabajo, exactamente dentro de 30 minutos entraré en el mundo de la cafetería…
De camino a este lugar de ruido, olores, humo de tabaco y piso resbaladizo del agua que cae del grifo, mi mente todavía está despierta, sufre lo que llamo “el síndrome de los 10 minutos antes de comenzar la jornada” Es como una negación. Un NO rotundo que surge de mi cerebro y trata de decirle a mis pies que giren en otro sentido, es un cálculo mental de las horas que quedan por delante, un vistazo envidioso a los que pasean en domingo e ignoran el privilegio que supone el no tener nada que hacer… Ya está, paso el puente, el síndrome se debilita y empiezan a funcionar mis anticuerpos mentales, se crea la defensa salvadora y actúa la esperanza:
“Tal vez las horas pasen volando” “ya es domingo, eso significa que a las diez de la noche tendrás toda una semana por delante para ti” “quizá hoy ocurra algo interesante, tendrás que estar atenta para que no se te pase entre tanto ajetreo”"sonríe a los clientes amables, y alos que no, también, que una cafetería no te quite tu humanidad”
Ya visualizo desde el comienzo del callejón las sombrillas rojas, traicioneras, nunca me dejan ver con claridad si hay mucha gente en las mesas de afuera (eso significaría que dentro está lleno, porque casi todos en esta época del año prefiere la calidez de su interior vestido de madera y bañado de luz en tono amarillento)
Y por fin llego, regalo una sonrisa de complicidad al primer camarero que veo, es inevitable el primer comentario que escucho “menos mal que llegaste, parece que estaban esperando para caer todos juntos, la madre que los parió”
Acto seguido, mandil puesto, mirada furtiva al frente como el soldado que pretende ver el batallón al que se enfrenta, y vamos a la primera mesa:

     -“Buenas tardes, ¿que desean?” (que no pidan comida, ¡por dios!, son muchos, como Carmen, la cocinra, se retrase en hacerle los crepes a este batallón, las demás mesas empezarán a darme quejas)
     -Dos barraquitos, uno descafeinado y sin esa cosa que le echan…
     -Canela.
     -Sí. eso, pues, dos barraquitos, uno descafeinado y sin canela (¿por qué repite lo mismo? ¿será que aún tengo cara de zumbada? ¡Natalia, despierta! No, espera, repite lo mismo porque no sabe lo que pedir a continuación, lo hacen muchos clientes) -También nos pones, a ver...-(vistazo a la carta, efectivamente, no saben qué pedir) ¿qué es el capricho de chocolate?
     -Café, chocolate y espuma de leche.
     -¿Le echan canela?
     -No. Café, chocolate y espuma de leche (no puedo evitar el tono irónico)
     -Vale, pues, me traes un nestea para mí.
     -No tenemos. (¿no me estaba preguntando por un café con chocolate?)
     -¡ Ahh! (ahora ha descubierto la pólvora, dios que termine ya, en lo que esta subnormal hace la tesis de la cafetería ya han llegado dos mesas más, y el de la quince me ha hecho señas de que quiere la cuenta)
     -Pues entonces una botella de agua, pero que no esté muy fría. ¿Y ustedes qué querían? Ya no me acuerdo. (Como los amigos sean como ella…)
    - Un seven up, un capuccino, y una fanta naranja. (Paso de decirles que no hay fanta, les traigo el shweeps y seguro que se lo mandan y ni se enteran)
Por fin. Me dirijo al mostrador repitiendo la comanda para que no se me olvide. Algo me distrae, es esa puñetera señora que siempre deja el carrito del chiquillo en la entrada y me obliga a retorcerme como fulambulista para alcanzar la barra, espero que hoy no le dé por llamarme “niña” cada dos por tres para pedirme estupideces.
Pido la comanda y Carlos dice: -¡Ah, no, capuccino no! ¿qué le pasa a todo el mundo hoy con los capuccinos?- Pongo cara de indiferencia y me dirijo a lavar loza, sin duda, mi lugar favorito, entre plato y plato mis pensamientos nadan en el agua que queda atascada en el fregadero. El ruido del agua amortigua el de la cafetera, la máquina de cigarros, la batidora, los cubiertos que chocan, la música de la radio, el murmullo constante…. Sí, el agua amortigua todo eso, o eso quiero yo.
¨Mañana me levanto temprano y aprovecho el día. Siempre pienso lo mismo, pero esta vez lo haré. Joder el de la quince sigue levantando la mano para la cuenta. Pero ahora no, no puedo, es imposible, los platos me retienen, mi alma me retiene. Mañana me levanto y me pongo a estudiar, pero lo de levantarme temprano, mejor no, que es lunes y esta noche llegaré cansada. Mierda, el chocolate de los platos hoy está pegajoso y hay que dejarse las manos con el estropajo. Ah, sí….¿por dónde iba?, mañana estudio y así la tarde la tengo libre…¨
    -¡Mira, te olvidaste porque al barraquito le han echado canela… (¿quién osa a sacarme de mi mundo, joder! ¡es la indecisa de la plataforma mundial contra la canela! y ¿cómo que me olvidé? Fue Carlos que le echó canela porque nunca escucha lo que le pido.)
    -Ah, perdona, lo siento muchísimo (que te jodan) ahora mismo lo arreglo.
Y así van pasando las horas, entre cortados decafeinados, batidos de chocolates y humo de mil cigarros, cliente tras cliente, el indeciso, el exigente, el considerado, el bromista, el tímido, el preguntón…..Sonrisa tras sonrisa, plato tras plato, pensamiento tras pensamiento… Un plato que cae, una propina interesante, una pepsi devuelta, un pedido olvidado, las 6, las 7, las 8, las 9, las 9 15, las 9 30 (sí, la última hora se cuenta por minutos) y de pronto, a las menos cuarto, empiezo a ser yo, empieza la metamorfosis de la libertad, el júbilo del que después de una maratón visualiza la meta, y sólo entonces caigo ahora…… ¡el de la quince se fue sin pagar!

lunes, 16 de noviembre de 2009

ACOMPÁÑAME A ESTAR SOLA.

Acompáñame a estar sola,

para aprender a sentir desde el silencio,
para no perseguir sueños de amor ni amores eternos
que den falsa esperanza de una seguridad endeble,
para encontrarme en el espejo de mi misma
sin mirarme en los ojos ajenos.
Acompáñame a estar sola para crecer sin paraísos ni infiernos,
para caminar sin muletas para el alma,
ni atajos para el pensamiento que me lleven a estar sin mí.
Acompáñame a estar sola porque es en soledad donde más te tengo.
Acompáñame a estar sola para no necesitar acompañamiento
más que mi corazón y el paso firme,
para llevar sólo en la maleta mi propio aliento palpitante al recordar tus besos.
Acompáñame para olvidarte.
Acompáñame a estar sola para encontrarme perdiéndome entre las luces y sombras,
para que el viento me endurezca y el agua me enseñe a ser dócil como el cauce de los ríos.
Acompáñame, como dice la canción, a ser cantante de mi soledad contigo.

Y lo demás... lo pone Ricardo Arjona.http://www.youtube.com/watch?v=fo28CKdS_6U

sábado, 14 de noviembre de 2009

OBJETIVO: CRECER.


Si en la vida no nos hiciéramos preguntas sería muy difícil crecer. A veces estamos en esos momentos en los que no queremos "ver" porque es muy doloroso, porque no sabemos cómo afrontar, porque tenemos miedo de renunciar a lo conocido aunque sabemos que no nos conviene, porque, porque, porque.... Mil razones.

Y eso está bien. Es una defensa más, y las defensas existen también para algo: para utilizarlas en un momento dado, mientras nos preparamos. Pero las defensas no están ahí para utilizarlas de por vida, porque si no, nos estancaríamos. Siempre llega un momento en el que hay que actuar si queremos aprender de las experiencias.

Una de las formas de comenzar a pasar a la acción, de atraer el cambio, es atreverse a hacerse preguntas a uno mismo y respondernos honestamente, y muchas veces, cuanto más "incómoda" sea esa pregunta: mejor. Agarrémonos a todo aquello que forma parte de nosotros para llegar a nuestra vedadera esencia: nuestro sentido común, la lógica, la intuición, nuestra ilusión, el corazón, la inspiración, la creatividad... Cojámoslo todo y usémoslo como herramientas para contestar dichas preguntas. No busquemos fuera, dentro de nosotros mismos está todo lo necesario. Aquí van algunas propuestas, algunas preguntas. ¿Aceptamos el desafío? Comencemos pues el viaje:


1. ¿Qué es lo que más me gusta hacer? ¿Eso que tanto me gusta, lo llevo a cabo?

2. ¿Qué necesito verdaderamente en este momento? ¿De qué manera puedo conseguirlo?

3. ¿Tengo algún problema que estoy postergando? ¿Por qué? ¿Hay algo que me da miedo afrontar?

4. ¿Soy consciente de lo que siento? ¿Me doy permiso para vivir mis emociones libremente?

5.¿Estoy echándole la culpa a todo lo externo a mí: las circunstancias, las personas a mi alrededor, etc...sin preguntarme exactamente qué puedo hacer yo?

6. ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor conmigo mismo y con los demás?

7. ¿De qué manera puedo hacer mejor la vida de los demás: en casa, en el trabajo, con mis amigos...?

8. ¿Qué significa "ser feliz" para mí?

9. ¿En qué estoy empleando demasiada energía?¿Merece la pena?¿De qué otra manera puedo hacerlo?

10. ¿Estoy buscando que una relación me dé todo aquello que yo mismo podría darme? ¿Es esto lo que realmente quiero?

11. ¿La vida, tal y como la estoy viviendo, me está ayudando a crecer, a evolucionar, me es gratificante?¿Cómo puedo cambiar aquello que no me beneficia?

12. ¿Confío en mí mismo y en mis posibilidades? Si no es así, ¿en qué otras circunstancias de mi vida salí adelante por mí mismo y fui fuerte?¿Por qué ahora no iba a poder hacerlo?


Y así, una larga lista... Siendo siempre conscientes de que a veces las soluciones implican cierto grado de renuncia, a veces pasa por reconoer que no siempre voy a tener lo que quiero de la forma que yo quiero, a veces, la solución implica cierto grado de dolor. ¿Pero quién ha dicho que no vamos poder ser válidos para soportarlo, trascenderlo y salir fortalecidos?La vida no es fácil. Pero es intensamente fascinante recorrerla en su plenitud, con lo bueno y lo malo.


Me encantaría que tú, que estás leyendo esto, compartieras conmigo lo que te has preguntado y cómo te has contestado. Puedes hacerlo desde el anonimato. Para mí sería muy gratificante saber qué piensas porque estoy deseando aprender de lo que otros me puedan aportar. Aquí estaré, esperando tu comentario. Gracias por leerme.

martes, 10 de noviembre de 2009

EL PODER DE LA DETERMINACIÓN.

Desde que era una niña me di cuenta de que si cerraba los ojos y deseaba fuertemente algo, ocurría. Esto no es algo muy distinto de lo que muchos niños hacen o piensan. Pero se puede caer en el error de pensar que esto es ingenuidad, que es propio de la edad infantil y que para "crecer" es necesario ser "realista". Con el paso de los años me fui dando cuenta de que la realidad la construimos nosotros con nuestros pensamientos y fui haciendo oídos sordos a aquellas voces que intentaban convencerme de lo contrario. A estas alturas, mis padres ya me dejan con "mis ideas" porque saben que es inútil alejarme de mis intuiciones. Esto no quiere decir que nunca me haya equivocado, ni mucho menos (me entra la risa sólo de pensar la de veces que me he dado de bruces contra algo, jajajaja). Pero al menos sí sé que siempre que he cometido un error ha sido por mí misma y eso me ayuda a no perder la fe y seguir escuchando mi corazón, pues soy consciente de que de los errores se aprende, y hoy en día, en vez de regañarme cuando meto la pata, me doy una sonrisa y me pregunto ¿podemos seguir ya?
No hay que confundir imprudencia con determinación. No se trata de hacer lo primero que pasa por la cabeza (empezaría a asustarme y a pensar si tengo algún trastorno de manía, jeje); se trata de estar en sintonía con uno mismo y ver las oportunidades cuando aparecen, y cuando no están al alcance de la vista buscarlas con la intuición. No sé exactamente cómo explicarlo (las veces que lo he hecho, o me toman por una enferma de optimismo patológico o no me toman muy en serio), pero hasta esto se convierte en un reto para mí y mi respuesta es "pues ya lo verás". No sé si es obstinación, pero es mi "don" y la gente a mi alrededor lo sabe. A menudo me piden que piense en algo para que ellos lo consigan, pero no lo comprenden, no saben que la fuerza no hay que buscarla fuera, en los otros, sino en uno mismo. Si crees en algo bueno para ti, ¿por qué no va a ser cierto?
En cierta ocasión, recuerdo que no me renovaron el contrato como cajera de un supermercado. Dependía de ese trabajo para pagar la matrícula de la facultad. A los pocos días, estando en una cafetería con mi madre y hablando de dónde podría encontrar un nuevo trabajo que se ajustara a los horarios de mis estudios tuve un presentimiento, me quedé mirando al camarero y le pregunté si buscaban personal. Me dijo que no, que en ese momento la plantilla estaba completa. Aún así no podía dejar de pensar en dicha cafetería y en aquel impulso tan certero que había tenido. Fui a casa a por un curriculum y volví. Se lo di al camarero "por si acaso" y al salir de allí le dije a mi madre, ante su mirada incrédula, que yo iba a trabajar allí. Dos meses más tarde me contrataron.

Esta mañana me he levantado con el ánimo un poco bajo. He estado dudando desde hace días de si realizar un viaje o no, pues económica y anímicamente no estoy en el momento más álgido, precisamente. Pero de repente lo tuve claro sin más, sin que se me acelerara el corazón siquiera me vestí y me fui directa a la agencia. Tengo el pasaje en mi mano. Unas amigas me esperan. Una experiencia me espera. No sé por qué ni para qué tengo que ir ahora, en este momento de mi vida, pero eso no me preocupa, pues lo sabré en cuanto vaya. Así de simple ha sido siempre.

lunes, 9 de noviembre de 2009


"Los ríos no fluyen para ti; aunque tú no estés, seguirán fluyendo. No fluyen porque tienes sed, no fluyen poque tus campos estén sedientos, simplemente fluyen. Puedes saciar tu sed o puedes perdértelo; eso depende de ti. Casualmente, puedes aprovechar el agua para regar tus campos; casualmente, puedes obtener el agua para lo que necesites. El agua seguirá fluyendo igualmente" Osho.


Se me ocurre pensar que el amor es así. Es un estado de flujo. Cuando amas, no hay necesidad, no hay vacíos que llenar, no hay carencias. El amor en sí mismo es el río que lo llena todo. Cuando esto llega a tu vida, sólo puedes sentir dicha y gratitud por toda la transformación que conlleva. Cambiar necesidad por amor es el mejor trato que puedes hacer con la vida.


Esto no significa que el amor sólo sea "Un paseo por las nubes"; de ser así, sería una ilusión, una película de ficción que lleva ese mismo nombre y uno mismo sería aún un adolescente falto de experiencia o peor aún, alguien enamorado de una idea, la del amor romántico que sólo tiene puestas de sol, pero una vez atardece, el sueño se acaba, llega la oscuridad y entonces tiembla de miedo. Como dice el autor en el que me he inspirado hoy: "Una persona madura no se enamora, sino que asciende en el amor"


¿Qué significa esto? Pues que cuando una persona es madura no espera a amar para ser; ama porque simplemente ya es, porque de sí misma ya obtiene su propio alimento, ha trascendido sus miedos, sus inseguridades, su soledad, su necesidad de autoprotegerse, de quedarse quieto y a la espera, como un animal ante el peligro, ante la duda de que las cosas vayan a salir mal (las cosas nunca pueden ir mal porque todo depende de la actitud con la que decidas interpretar aquello que entemos como realidad). Esto es no confiar en uno mismo. No confiar en que si las circunstancias nos llevan por caminos inesperados tendremos los recursos suficientes para volver a nuetra senda original, y entonces, pones en duda todo lo que has aprendido hasta ahora. ¿De qué sirve saber que para avanzar en la vida hay que afrontar los miedos si después, con esa lección, no decidimos en qué momento aplicarla a nuestras vidas? Y ya sabemos que amor y miedo se dan la mano.


La realidad muchas veces es dura, difícil, complicada. El amor real, además de maravilloso, también tendrá igualmente todas estas cosas. Dejemos el enamoramiento para los actores, cuya misión es entretener y apropiémonos del amor para nosotros mismos, pues nuestra misión es vivir.

Si somos conscientes de que amar verdaderamente está por encima de lo que hayamos imaginado, está por encima de nuestras creencias de lo que debe ser el amor, del croquis mental de lo que es una pareja adecuada.Amar de verdad está por encima de que la otra persona nos corresponda o no, porque cuando amas no pides nada ya que no lo necesitas y es tan grande esta experiencia que si encima el otro te corresponde sabrás que lo único que tienes que hacer es decir gracias con una sonrisa, pues tampoco debes nada a nadie porque te quieran.


Empecé con un párrafo de un libro de Osho, y terminaré con otro. Es mi humilde homenaje a este maestro que hoy me ha iluminado con su palabras.


"....La presencia pura, nada más; sin pedir nada, sól su presencia, que el otro exista, esto es suficiente para hacerte feliz... Entonces, empieza a florecer algo dentro de ti, brotan mil flores de loto, estás enamorado. Y podrás pasar a través de todas las dificultades que origina la realidad. Podrás pasar por todas las angustias y ansiedades, y tu amor seguirá floreciendo cada vez más, porque todas esas situaciones se convertirán en retos. Y tu amor, al superarlas, crecerá cada vez más y se hará más fuerte".

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La gran hoguera del todo.


Somos luz en movimiento. Llamas brillantes que van de antorcha en antorcha, propagándonos a través de nosotros mismos y los demás para llegar a nuestra hoguera final, donde cada chispa es única y a la vez forma parte de un todo.


Puedo asegurar que han habido antorchas en mi vida que han colaborado en que mi luz sea más fuerte, han habido brisas sabias que han avivado el sentido de mi fuego y he pasado por algún que otro invierno que ha puesto a prueba mi capacidad para darme calor a mí misma y no morir de frío. Y por todo ello.... doy gracias. Por lo que vino y lo que vendrá.


Doy gracias porque el alma nunca muere, renace con cada misión por cumplir, con cada sueño por alcanzar, con cada latido que resuena con fuerza en nuestro interior recordándonos que como somos luz, nunca podremos caminar en la más absoluta de las tinieblas, sólo hay que saber que la antorcha del espíritu es inapagable, confiando siempre en que en aquellos momentos más difíciles, aún cuando la llama amenace con extinguirse, todo se reorganizará de nuevo para aportarnos el equilibrio necesario para seguir el sendero que nos conduzca a la gran hoguera del amor, donde moramos todos, donde morimos todos para renacer en todo.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El alma en silencio.


Silencio... No hay sonido en mi mente desde hace días... Por encima del mundanal ruido, por encima de las voces del entorno, de las pitas de la calle, del alegato del televisor... Nada. Así mi alma vaga entre tibias emociones que sólo ahora estoy aprendiendo a reconocer, sin prestarlas al juicio del pensamiento, sin exponerlas a las censuras del autoengaño, abriéndoles las puertas para cuando quieran pasar, descalzas, en silencio, sin alborotar mucho los latidos de mi corazón que lleva un tiempo exhausto, viviendo por él y por mí.


Con el suelo de "mi sala del estar" recién barrido, con los poros de mi piel recién abiertos, con esta reencarnación de mi popia vida, abro los ojos y camino sin miedo, con la vista puesta en ningún lugar concreto porque ya mi sombra no busca pared donde proyectarse, ahora sólo espera que camine por delante de ella.


El alma en silencio, por al menos esta vez, sin sobresaltos, sin correr detrás de las fuertes emociones que supuestamente nos hacen sentir más vivos, porque ahora domina el silencio, la meseta y no la cima, el observar frente a la acción inmediata, el ser frente al hacer...


Y así. sintiendo sin más lo que tenga que llegar y que finalmente se irá, transcurre mi alma en silencio que hoy, precisamente por ello, encuentro más bella.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Una conversación de vuelta a casa.

"A ver, para ser felices no tenemos que estar constantemente en la cresta de la ola". Sin duda, esa es la idea. Esa era la conversación que mantenía con uno de mis mejores amigos cuando íbamos de vuelta a casa. Tanto a él como a mí nos gusta mucho ese estar en la cresta de la ola. Buscadores de sensaciones, emociones, grandes consumidores de vida... Pero la verdad es que pretender estar siempre en las nubes no sólo es poco real, sino que puede llegar a ser contraproducente porque en determinados momentos puedes caer en el error de obviar que precisamente la felicidad más sana es aquella que descubrimos en las pequeñas cosas cotidianas que van llenando los instantes de nuestra vida. Perdidos en estas reflexiones acerca de lo que es la felicidad, de pronto, mi amigo me dice :
-"Imagina que este es el último momento de nuestras vidas y por tanto tiene que ser el momento más feliz que hallamos vivido" -Instantáneamente le contesté (y perdón por lo mal hablada que soy a veces):
-"Joder, como el último mejor momento de mi vida sea éste, contigo aquí en la puerta de mi casa, vaya vida de mierda más deprimente va a ser la mía"

Automáticamente estallamos en carcajadas, como nos pasa siempre que caemos en la cuenta de que tenemos casi a la vez las mismas ocurrencias absurdas que tanto acerca nuestras almas. Curiosamente, ese momento acabó convirtiéndose en el mejor de todo el día de hoy, y estoy segura de que lo recordaremos algún que otro día con cariño y como el mejor ejemplo de que verdaderamente la felicidad es el toque que con nuestras propias manos le podemos dar a cualquier circunstancia.
Gracias, amigo mío, por tu sabiduría, por estos pequeños momentos de gran felicidad y por enriquecer mi vida con tu presencia.

lunes, 19 de octubre de 2009

Intrusismo de cerebros.

"Son las emociones las que nos permiten afrontar situaciones demasiado difíciles- el riesgo, las pérdidas irreparables,... etc-como para ser resueltas exclusivamente con el intelecto. Cada emoción nos predispone de un modo diferente a la acción; cada una de ellas nos señala una dirección que, en el pasado, permitió resolver adecuadamente los innumerables desafíos a que se ha visto sometida la existencia humana". Inteligencia Emocional, Daniel Goleman.

Así es, las emociones han sido y son nuestros instrumentos de supervivencia, porque la emoción es la que precede a la acción necesaria para "salir del atolladero". Hace miles de años, salir de ese atolladero podría significar echar a correr ante la presencia de un depredador y entonces se disparaban todas las alarmas biológicamente necesarias para pasar a la huída.

¿Pero qué ocurre hoy día? Las amenazas son otras. El mayor depredador que nos amenaza es el mismo hombre. El sistema límbico ya no está solo; le acompaña ese córtex ultraanalizador, que aunque comprende la estructura más evolucionada de nuestro cerebro, se convierte demasiadas veces en esa madre "sobreprotectora" que no quiere que su hijo aprenda muchas veces a costa de correr ciertos riesgos. Y bajo esa mirada sobreprotectora todo acaba convirtiéndose en un peligro.

No hay peor temor que el miedo a vivir. El miedo a morir ya lo tenemos integrado genéticamente en nuestro pensamiento, como animales que buscan la supervivencia a toda costa; el miedo a vivir lo adquirimos después. Procede de nuestra mente que no se permite fallar en nada, porque fallar en cualquier caso lo interpreta necesariamente como un asunto de vida o muerte, y como esa señal muchas veces llega antes que todo nuestro avanzado raciocinio pues tenemos como resultado dos sistemas que se boicotean continuamente: cuando necesitamos las emociones para comprendernos mejor y obtener una respuesta más adecuada a nuestra humanidad, entonces nos empeñamos en "ser fríos y calculadores", y cuando nos enfrentamos a nuestros problemas de la vida diaria resulta que nos dejamos embotar por mil y una sensaciones que nos inundan de pánico impidiéndonos ver las alternativas más claras. Es lo que yo llamo "intrusismo de cerebros".
¿Comprende nuestra imparable evolución como seres humanos el hecho de que en un futuro podamos modernizar un poco más nuestro sistema límbico de modo que este no se dispare ante cualquier estímulo (como por ejemplo llegar tarde al trabajo) y nos haga saltar como salvajes? ¿O es el córtex al que le corresponde seguir avanzando para intervenir inhibiendo a ese caprichoco cerebro primitivo cuando sea necesario? Quizás no sea cuestión ni de blanco ni de negro, sino de una reconciliación cada vez más acertada de la materia gris.