viernes, 2 de abril de 2010

CAMBIO DE BLOG

Anuncio que debido a un problema con el blog (no puedo publicar los comentarios), del cual no sé su causa ni cómo solucionarlo, he tenido que crear un nuevo blog. Mi nueva dirección es ésta:

http://nakrama.blogspot.com/

Volveré a hacerme seguidora de los blogueros con los que mantengo contacto y a partir de ahora mis entradas las haré en este nuevo blog. Perdonad las molestias.

                                Natalia

PENSAMIENTO VS SENSACIÓN

"La sensación te llevará más cerca de la verdad sobre quién eres que el pensamiento" Echart Tolle.

El pensamiento es nuestro gran manipulador. Forma parte de nosotros, y por tanto, conoce bien el edificio donde se aloja. Nuestra misión no es correr detrás de él para cazarlo, más bien, quedarnos donde estamos y observarlo pasar en silencio. No hay que excluir al pensamiento, pero tampoco seguirle el juego. Porque nosotros, nuestra esencia, es mucho más que una mente parlanchina que quiere opinar sobre todo.
Los bastones del pensamiento son el ego y la memoria. El ego le es necesario para construirse una identidad, y la memoria la utiliza para alimentarla, apegándose a todo aquello que ocurrió y causó dolor (ya sean circunstancias, personas, hechos...) y no dejarlo ir, porque mientras siga el sufrimiento en nosotros, el pensamiento toma cuerpo en un ego que encuentra su identidad, se fortalece, se hace presente y dominador de nuestro Ser.
Además, el pensamiento tiene una asombrosa habilidad para ir en busca de viejas emociones, las evoca y las revive para dar mayor fuerza a su causa, de manera que nos vuelve a engañar y nos hace justificadores de su juego estratégico y faltará tiempo para oírnos decir a nosotros mismos aquello de: "Es que yo lo siento así y no lo puedo cambiar".

Todos aquellos sentimientos que evoca el pensamiento vienen de la memoria, y la memoria es pasado, por tanto, esos sentimientos no SON, FUERON, y sólo si nosotros queremos, les volvemos a dar vida trayéndolos de nuevo al presente.

Volviendo a la frase con la que comenzaba este escrito, me parece que la sensación primaria es más fiable que el pensamiento. Y aclaro. Cuando hablo de la sensación me refiero a aquello que sentimos y observamos sin juzgar (desde que se juzga, desde que se le pone una etiqueta, aquí interviene el pensamiento y a través de él nos dejamos enredar para acabar desempolvando viejos sentimientos que ya no SON). Centrarse pues en la sensación, tal y como es, y desde el momento en que se le deja la puerta abierta a la emoción, desde que se la deja SER, hay transformación. Sea la emoción que sea: culpa, miedo, ira, tristeza... Se la deja ser el tiempo que haga falta y se va, se transforma. Limpiamente. Sin trampas.

No olvidemos que cada crisis mata un viejo yo para dejar paso al nuevo, renovado y transformado en una más sabia presencia.